RAYAR PAREDES ES CULTURA O MALA EDUCACION

Pero pensemos en los barrios y en la marginación como un yacimiento creativo que poco tiene que festejar y ataca las paredes para expresar su coraje. Parto de tres supuestos: uno, los políticos padecen de anemia en materia cultural. Por otro lado, el graffiti, si bien es una respuesta válida y catalogada dentro de las artes, también tiene sus grados de calidad. Hay graffiti estupendo y lamentables rayones. Ante esta situación, oponerse al graffiti de manera tan abierta es darle más alas.

En esta reyerta, por sentido común, me pongo de lado del graffiti, considerando que es un arte tan viejo como el hombre mismo. El hombre siempre ha gustado de rayar paredes. Entre los admiradores de este género estuvo Picasso, que comisionaba a Brassai para “cazar” en fotografías aquellos graffitis sobresalientes o especialmente expresivos. En esta columna, hace más de un año, reseñé el concurso de graffiti de Peñoles, subrayando cómo el graffiti puede integrarse al paisaje urbano con el apoyo de empresas e instituciones culturales. Más vale encauzar que ser arrollado. Irma Palacios y Francisco Castro, estupendos pintores que visitaron Torreón hace unos días, comentaban que la barda de su casa estaba saturada de graffiti. Decidieron no oponerse y dejar el muro a la mano de los chavos.
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Así fueron descubriendo un espectáculo cambiante, de firmas y dibujos que aparecían y desaparecían. Esa barda muta, habla y respira con cada graffiti. Es una forma (muy de pintores) de ver las cosas. Recomiendo, a la gente del PAN, salir del mundo azul de supuesto progreso y ver las expresiones de un país severamente lastimado. A los graffiteros, vaya, ser perseguidos los halaga más que cualquier otra cosa. Yo les recomiendo que metan algo de coco y activen las paredes con imágenes significativas. Piensen que el peor enemigo del graffiti no es el PAN sino la misma moda graffitera que los limita con estilos, vestimenta y géneros preestablecidos. Hablen con voz propia y no tomen prestado. El graffiti brilla con la invención y es un pobre remedo cuando se ahoga en sus propias fórmulas.
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La ciudad es una obra de arte colectiva, una escultura viviente y el graffiti es parte de este todo que respira, vive y muere con nosotros. ¿El graffiti prevalecerá o esta destinado a la extinción? Al final, las paredes mismas dictarán el veredicto (y cabe decir que los políticos, llevan las de perder).

PARPADEO FINAL :lol!:

“En este lugar se plantan las semillas de lo sublime y lo genial” rezaba un graffiti a la entrada de los baños de la secundaria. Tal vez sea este desparpajo del graffiti lo que molesta a muchos. Sea pues, la vida es más vida cuando se aprecian las imperfecciones y se las considera como parte de un alma colectiva. En fin. Mejor me retiro... Como diría Raúl Velasco: “basta de filosofías”. Ja, ja. Nos leemos la próxima.